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Lujo vintage Airstream: viajar, trabajar y vivir en caravana

En los años 30, en plena Gran Depresión, Wally Byam, un joven editor de una pequeña revista californiana decidió dedicar el fin de semana a construir caravanas. La afición se convirtió en trabajo a tiempo completo, al comprobar el interés por sus remolques de recreo.

Pese a la dureza de la crisis, el emprendedor, recién salido de la universidad, dejó su trabajo y creó una empresa de caravanas de lujo, Airstream. Era el peor momento para vender vehículos de recreo, pero dos acontecimientos le hicieron persistir.

Fabricar bien y para que dure suele dar sus réditos

El primero: dada su calidad y nivel de personalización, él vendía sus modelos artesanales pese a la mala economía. El segundo: la Depresión dio al traste con la empresa del brillante ingeniero aeronáutico Hawley Bowlus, diseñador del Espíritu de San Luis de Charles Lindbergh, y le convirtió en diseñador de las primeras Airstream.

Hawley Bowlus apenas tenía experiencia cuando, unos años antes, le había llegado la oportunidad de su vida: todavía en la era inicial de la aviación, diseñaría un avión suficientemente ligero, frugal y resistente para cruzar el Atlántico en 1927. El Spirit of Saint Louis era una versión más ligera, aerodinámica y resistente de los aeroplanos Ryan NYP.

Hawley Bowlus usó su experiencia para diseñar la primera Airstream plateada con una característica forma aerodinámica y aleación de aluminio ribeteada a prueba de envejecimiento. Era 1936.

Desde entonces, el diseño, resistente, intemporal y minimalista, sigue sirviendo a los últimos modelos de esta marca, mientras los modelos originales de los 50 y 60 alcanzan en subastas el precio de un vehículo clásico.

(Imagen: Airstream History a través de Hoffmann Architecture)

Viajar en caravana: los orígenes

Los países vastos y relativamente nuevos, colonizados por europeos, la literatura popular y el imaginario colectivo se funden con historias de contemplación natural, retiro al aire libre y eremitismo. Todos hemos oído y leído historias acerca de aventureros y hombres de negocio hechos a sí mismos, pioneros del empuje de la Ilustración.

Canadá, Rusia, Argentina, Australia han creado sus propios ideales románticos; en ninguno de ellos estas historias y personajes han tenido tanta preponderancia como en Estados Unidos.

Desde la época de las Trece Colonias, Norteamérica fusionó las tradiciones de vida en la Frontera de anglosajones, franceses, escandinavos, alemanes y otros europeos.

Como en Escandinavia, los paisajes dramáticos y el clima extremo influyeron tanto entre los pioneros como la abundancia de madera: cualquiera podía ir hacia el Oeste y crear su pequeña casa de madera.

Cielos abiertos, carreteras inacabables

A diferencia de la hiperpoblada e inestable Europa, los emigrantes europeos encontraron en Norteamérica un cielo grande y un continente inescrutable. El lugar por antonomasia para perderse en viajes de exploración, trabajo o recreo. Primero a caballo, en caravana y, luego, en vehículo motorizado.

(Imagen: Wally Byam posando con su mujer Stella ante una Airstream)

Las caravanas, o habitáculos móviles para descansar, están presentes en la creación de Estados Unidos, mucho antes de que el ferrocarril, las carreteras modernas y el vehículo a motor transformaran la manera de viajar, la rapidez de las transacciones y, al final, la propia realidad del país.

Las primeras caravanas y refugios de pioneros

Además de caravanas, las rutas se llenaron de pequeños refugios artesanales. Los abrigos, las casas de los pioneros que viajaban hacia el Pacífico, eran pequeñas, temporales, poco sólidas, fáciles de reparar; cualquiera que por allí pasara las podía usar, como ocurre todavía hoy día con los refugios de troncos de Escandinavia.

Eso sí, al abandonar el pequeño abrigo de paso, había que dejarlo en iguales o mejores condiciones que al encontrarlo, acondicionándolo y reponiendo la despensa. Una actitud que no procede del posible riesgo punible, sino de la ética interior: el mejor regalo para quien ha aprovechado una casa de troncos en el medio de la nada es poder ofrecer su gratitud.

Así era cuando en Estados Unidos se iba hacia el Oeste, y los enormes cielos y paisajes inabarcables se fundían con ideas como “nueva vida”, “segunda oportunidad”, “plenitud”, “aventura”, “libertad”, “búsqueda de la felicidad”.

La humildad e impermanencia del refugio itinerante

El viajero, el buhonero, el aventurero, el eremita que busca la contemplación, ¿qué obtienen de un pequeño cobijo, no más grande que el interior de una casa de troncos o una caravana, donde resguardarse?

La principal recompensa: fuera, más allá de la débil membrana de la pequeña casa o chozo, estaba América. La misma que se persona en la literatura estadounidense hasta nuestros días.

Sea John Appleseed remontando el prístino río Ohio en su canoa; o Henry David Thoreau desperezándose junto a su cabaña de Walden; Gerónimo, Huckeberry Finn o Jack London durmiendo a la intemperie. Jack Kerouac dormitando junto a un motel de carretera en uno de sus numerosos viajes en coche de costa a costa.

En el siglo XIX, los trascendentalistas cuestionaron la existencia esclava de la gran casa y enormes deudas requeridas para mantener una vida de notable en alguna población estadounidense.

El arte de vivir mejor con menos

Influidos por el idealismo alemán, estos escritores y filósofos (Thoreau, su amigo Emerson), abogaron por la vida menos materialista y centrada en la experiencia, realizada de acuerdo con la naturaleza.

Ya en el siglo XX, los pioneros de la vida sencilla adoptaron las ideas de vivir mejor con menos, aunque permanecieron en las fronteras de lo socialmente aceptable. A diferencia de Europa, Estados Unidos albergó una bohemia menos urbana, más dada a la itinerancia y la visita de la naturaleza.

En Estados Unidos, hubo una época en que buhoneros y buscavidas eran difíciles de distinguir de los personajes más ilustres del joven país: Mark Twain, Walt Whitman, John Muir… Todos ellos influyeron sobre políticos de la época para proteger parajes naturales, creando la primera red de Parques Naturales del mundo.

Cuando los más débiles y los inconformistas coinciden

La afición estadounidense por la movilidad, las visitas a la naturaleza y el respeto por las opciones de estilo de vida de cada individuo han alimentado el culto por las caravanas, pequeñas viviendas móviles a menudo asociadas con los más vulnerables de la sociedad.

Pocas compañías han influido tanto en un sector como Airstream lo ha hecho sobre el diseño y fabricación de las caravanas. Y las Airstream fueron concebidas por un aventurero con los conocimientos técnicos oportunos, en un momento oportuno.

La caravana del diseñador del Espíritu de San Luis

El avión diseñado para la aventura del piloto Charles Lindbergh, el Espíritu de San Luis, voló con éxito desde Nueva York hasta París.

Basado en un modelo de aeroplano ya existente en unos hangares de San Diego, California, el Espíritu de San Luis influyó de manera crucial sobre el resto del trabajo de Bowlus.

La afición de fin de semana que se convirtió en compañía

A finales de los años 20, Byam encontró trabajo en una pequeña editorial técnica, donde comprobó la popularidad de uno de los artículos, una guía con instrucciones para construir un remolque para acampar.

(En la imagen: el primer trailer de Bowlus; Airstream History a través de Hoffmann Architecture)

La gente empezó a usar el artículo para construir sus propias caravanas, pero pronto llegaron cartas con lectores que se quejaban de los errores del diseño. Byam, determinado a resolver el problema, empezó a construir caravanas en el patio trasero de su casa.

En 1929, compró el chasis de un Ford T y confeccionó una caravana robando horas de sueño y tiempo a su mujer. Esta primera experiencia le sirvió para escribir un artículo: “Cómo construir una caravana por 100 dólares”. Wally vendía planos más detallados por un dólar a los lectores que escribían pidiendo más información. Ganó 15.000 dólares de la época.

Montar una empresa en 1932

Todos los modelos iniciales eran adquiridos por algún vecino o conocido que pasaba a saludar a Byam, antes de que el modelo en cuestión tuviera los últimos retoques. El emprendedor y diseñador aficionado aprovechó para mejorar el diseño original en cada nuevo modelo, aplicando soluciones que habían madurado con la experiencia constructiva.

En 1932, Airstream Trailer Company entró en plena producción. Eran los inicios de la industria de las caravanas de recreo.

Fue así como la afición de Wally Byam se convirtió en Airstream, su compañía, una pasión en la que decidió invertir con todo lo que tenía, en Plena Gran Depresión. Airstream se cruzó en el camino de Bowlus, cuya compañía, como el resto de la pequeña industria del país, estaba a punto de desaparecer debido la Crack del 29. 

El nacimiento del Airstream Clipper

Airstream adquirió Bowlus Company.

La apuesta de Bowlus creó el minimalista, rugoso e irrompible diseño industrial que, más de 80 años después, todavía caracteriza a la marca: forma redondeada (de salchicha) para aumentar la aerodinámica, carrocería de aluminio plateado ensamblada con ribetes, como los aviones, y materiales de buena calidad.

Airstream adoptó el diseño de una caravana Bowlus de 1935 y la rebautizó como Airstream Clipper, comercializada a partir de 1936.

Invertir en una línea de caravanas de alta calidad, consideradas de lujo, en plena Gran Depresión, era poco menos que un acto de heroísmo. A modo de prueba de la dureza del contexto económico cuando salió al mercado la Airstream Clipper: de 400 fabricantes de caravanas de recreo en Estados Unidos, sólo Airstream sobrevivió.

Byam-Bowlus: la magia de un buen tándem creativo

El industrial Wally Byam y el ingeniero aeronáutico Hawley Bowlus se convirtieron en el tándem precursor de Steve Jobs y su diseñador estrella, Jonathan Ive: Bowlus se aseguró de que las caravanas diseñadas eran aerodinámicas, minimalistas y a la vez memorables, fáciles de reconocer en la carretera y con un interior tan cómodo como la habitación de un hotel o el interior de un yate de lujo.

Las penurias de la Gran Depresión hicieron posible el nacimiento de Airstream: Wally Byam agudizó su instinto emprendedor y creativo para crear la compañía a partir de una afición de fin de semana, y su empresa sólo pudo beneficiarse del trabajo del diseñador aeronáutico Bowlus cuando la empresa de éste declaró la bancarrota, debido a la dura situación.

La II Guerra Mundial supuso un parón para la empresa: viajar se convirtió en una actividad de lujo y el racionamiento de aliuminio disparó su precio fuera de la industria armamentística.

Diseño durable, funcional, de calidad, minimalista

El boom económico de después de la guerra cambió de nuevo las preferencias de la ciudadanía, cuya atención volvió de nuevo al viaje de placer: vehículos y caravanas experimentaron el mayor crecimiento hasta entonces.

Airstream retornó a la producción en 1948 y, dadas las buenas perspectivas del negocio, en 1952 inauguró su factoría en Jackson Center, Ohio. La empresa siguió manufacturando y caravanas en California hasta 1979.

Las caravanas de la compañía no se distanciaron de la esencia del primer modelo de 1936, a su vez basado en la caravana de Bowlus Company de 1935: ensamblaje aeronáutico de aluminio, aerodinámico diseño, minimalismo exterior, comodidad y lujo en el interior.

La época dorada de Airstream: años 50 y 60

En los años 50 y 60, la marca se centró en pequeñas mejoras de su concepto, con distintos tamaños, configuraciones y niveles de lujo. En los 70, Airstream empezó a comercializar autocaravanas Clase A: los primeros modelos (Argosy), también con exterior de aluminio, eran mucho más reducidos (de 20 a 24 pies, de 6,1 a 7,3 metros) que los de finales de los 70, 80 y 90.

Airstream abandonó las autocaravanas Clase A en 2006, mientras en 1989 empezó a comercializar la Clase B, cuyos últimos modelos todavía se producen.

A diferencia de las autocaravanas, que incorporan la incertidumbre de mantener un vehículo a motor, además del remolque con el habitáculo, las caravanas Airstream han mantenido su prestigio entre los usuarios independientes durante 80 años.

(Imagen: inicio de la cuarentena de la misión lunar del Apollo 11)

A finales de los 60, los astronautas de la NASA que volvían del primer viaje tripulado a la luna fueron acogidos en cuarentena para descartar cualquier tipo de patógeno de origen lunar. Durante la cuarentena, permanecieron en el interior de una autocaravana Airstream.

El reconocimiento del tiempo: los Airstream saben envejecer

Los remolques más compactos con interiores originales de los años 50 y 60 son, en ocasiones, preciadas piezas de coleccionista. Algunos de estos modelos son más caros que los modelos de más alta gama que la marca comercializa nuevos.

Wally Byam, el emprendedor buscavidas viviendo de su afición en los peores años de la Gran Depresión, tuvo la fortuna de confeccionar él mismo varias caravanas en el patio trasero de casa, el mejor modo de conocer los entresijos del negocio y preguntarse qué diseños y patrones eran más adecuados en cada situación.

Byam se topó con Hawley Bowlus, quien quizá no vivía su mejor momento en 1935, cuando su empresa de remolques de recreo estaba a punto de declarar la bancarrota. Su destreza para la aerodinámica y los diseños resistentes habían sido puestos a prueba en el primer vuelo sin escalas entre Nueva York y París.

La caravana clásica

Es, de nuevo, la historia del tesón, no sólo del talento: dos creadores se encuentran en un momento económico desastroso y, en lugar de irse para casa a quejarse, perseveran hasta hacer realidad la caravana Airstream Clipper.

Algo hicieron bien, si los diseños de esa misma compañía de los años 50 y 60 son más preciados que los actuales y siguen, a menudo impecables, en la carretera. Se les ve en parques naturales, en alguna carretera secundaria o interestatal, en algún aparcamiento… 

Y muchos padres, conocedores de la simbología de los remolques antiguos de la marca, explican algo sobre ellos cuando los ven en la carretera.

Antes de comprar una Airstream

Airstream no es sólo la única empresa de caravanas que logró sobrevivir durante la Gran Depresión, mientras el resto del sector (400 empresas en total) desaparecía. Todavía hoy, es la única marca cuyos remolques usados se comportan en el mercado de segunda mano como los vehículos de coleccionista.

A diferencia de otras caravanas y autocaravanas, los modelos Airstream de los años 50 y 60 alcanzan los precios de un coche clásico del que se ensamblaron pocas unidades.

Ello hace que los expertos recomienden al comprador potencial que investigue y se asegure de lo que quiere antes de comprar uno de estos vehículos:

  • Tamaño: los modelos más compactos de los años 50 están entre los más buscados, aunque se adaptan mejor al uso individual o de una pareja. Con niños de por medio, hay que ir a tamaños posteriores.
  • La compra de un Airstream es un compromiso a largo plazo: hay vendedores de este tipo de caravanas que cancelarán una venta si creen que el comprador quiere pagarse un capricho que no usará.
  • Número de ejes: muchos modelos con longitud inferior a 22 pies (6,70 metros) tienen un solo eje. Estos modelos son algo más inestables en la carretera, pero no menos cómodos. Las caravanas más pequeñas mejoran el consumo del vehículo remolcador (menor peso y volumen).
  • Interiores: el interior de las Airstream las acapara a menudo a vehículos clásicos, dada la atención por el detalle y el cuidado al elegir los materiales.

Notorias personalizaciones-remodelaciones de caravanas Airstream

9 modelos históricos Airstream

Bambi 16 pies (4,87 metros)

El modelo más preciado por los coleccionistas, el más compacto y emblemático. Tiene un solo eje, diseño y ensamblaje de aeroplano, chasis de acero y carrocería de aleación de aluminio.

Caravel 17 pies (5,18 metros)

Ligeramente mayor que el modelo Bambi, incluye dos ventanas laterales en lugar de una, además de la frontal y la trasera. Es conocida como la primera caravana de viaje con capacidad para una familia de 6, pero todavía suficientemente ligera para ser remolcada por un coche compacto.

Globe Trotter 20 pies (6,09 metros)

El modelo Globe Trotter ofrecía mayor espacio y holgura interiores sin perder del todo las ventajas de los dos modelos Bambi y Caravel. 

Safari 22 pies (6,70 metros)

El peso medio de las Airstream clásicas (3.000 libras, o 1.360 kilogramos). Se requiere un vehículo con fuerza para circular con una caravana de estas dimensiones pero, una vez en el sitio, destaca por el diseño interior, que alberga una vivienda móvil en toda regla.

Tradewind 24 pies (7,31 metros)

Caravana diseñada para quienes quieren las comodidades de los trailers fijos en un modelo para viajar por carretera.

Overlander 26 pies (7,92 metros)

El chasis cuenta con dos ejes, como en la Tradewind. Según el modelo, hay modificaciones en la configuración de las camas y otros componentes.

Ambassador 28 pies (8,53 metros)

Los modelos más grandes de Airstream continúan siendo ligeros incluso hoy día, en comparación con otros modelos equiparables.

Sovereign 30 pies (9,14 metros)

Producida por primera vez en los años 50, la Airstream Sovereign fue diseñada para quienes pasan largas temporadas en la caravana y, además, deben moverla a menudo, de manera que necesitan una carrocería fácilmente remolcable, pese a las dimensiones.

Excella / Limited 34 pies (10,36 metros)

Apareció en los años 80 y es la mayor de las Airstream. Pesa 2.721 kilos (6.000 libras) y tiene el lujoso interior de un yate espacioso o una pequeña vivienda.